Por María Revelles
Especial para CENTRO Tampa
TAMPA — Dos veces al día más de 60,000 autobuses que utilizan diésel como combustible transportan en Florida 2.7 millones de estudiantes de las escuelas públicas en el Estado del Sol.
Y cada día, nuestros niños y los miles de empleados del sistema de nuestras escuelas y de transporte respiran directa o indirectamente las emisiones de estos vehículos, en cuyo humo hay una serie de contaminantes tóxicos como el CO2 y un hollín o particulado que es tan y tan fino que no puede ser atrapado por el filtro natural de nuestro cuerpo, nuestra nariz.
Con 60,173 vehículos, Florida es el cuarto estado con mayor cantidad de autobuses de diésel en Estados Unidos. Sólo la supera California (100,828); Nueva York (81,682) y Texas (70,173). En todo EEUU hay cerca de 500,000 autobuses que transportan 25 millones de estudiantes, según datos del American School Bus Council.
Imagine que su hijo, nieto o sobrino a la hora de abordar el autobús escolar que lo lleva a la escuela y lo trae de regreso respira por algún periodo de tiempo este humo contaminante. Quizás pensará que es sólo por un breve momento, pero piense que esa corta inhalación ocurre todos los días desde que su hijo o hija ingresó al primer grado pero que se repetirá hasta que culmine el cuarto año de escuela superior.
Datos de la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) estiman que, en promedio, cada autobús escolar lanza al aire 8.5 toneladas del gas venenoso CO2. Este gas no sólo afecta nuestra salud por su impacto tóxico y carcinogénico, sino que estas emisiones son parte de las que contribuyen al efecto invernadero y el calentamiento climático, responsable del recrudecimiento de eventos meteorológicos, del derretimiento de las placas polares y de la pérdida de hábitat y especies en peligro de extinción.
Con ese dato, podemos calcular que los 60,173 autobuses que circulan diariamente en Florida lanzan al aire cada año 511,470 toneladas de CO2. !Esto es una agresión ambiental y de salud terrible !
Esto sin hablar del ahorro económico. Cada autobús de diésel consume, en promedio $2,305 al año. En el caso de Florida, el gasto anual sería de aproximadamente, y de forma conservadora, $140 millones al año. Esa cifra permitiría contratar y pagar el salario anual de cerca de 3,000 maestros.
Hay una alternativa
La tecnología ya permite tener en el mercado disponibles autobuses escolares eléctricos que producen cero emisiones de gases tóxicos, que apenas producen ruido y -más aún- podrían convertirse en sistemas de resguardo de energía (energy back-up) en caso de un apagón producto de una emergencia o un fenómeno climatológico. Esto es importante si consideramos que seis meses al año Florida está bajo temporada de huracanes.
Ciertamente, un autobús eléctrico es más costoso que un autobús de diésel. Sin embargo, la eliminación del gasto en gasolina y la dramática reducción en el mantenimiento de un autobús escolar eléctrico ayuda a balancear y compensar ese costo. El costo de gasolina es de cero dólares y el gasto de mantenimiento es mínimo considerando que los autobuses eléctricos no tienen motor de combustible, no necesitan cambios de aceite y el desgaste de frenos también es mucho menor.
Además, la disponibilidad de ayudas federales o grants también mitiga el costo de inversión. A esto se debe agregar el costo de las llamadas externalidades. Una externalidad es una situación que no está calculada en el precio de un producto. En el caso de los combustibles de diésel, su precio relativamente más bajo no considera externalidades como lo es el costo de enfermedades como el asma, que cada año afecta a 6 millones de niños en Estados Unidos según datos del Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). En el precio de un autobús de diésel tampoco se considera el costo del deterioro del medio ambiente debido a la contaminación del aire, la pérdida de las capas polares por el aumento en la temperatura del planeta ni de otras enfermedades vinculadas a la pobre calidad del aire, como las alergias y hasta ciertos tipos de cáncer.
El detalle
Con una sola carga, un autobús eléctrico puede recorrer 120 millas. Con el aire acondicionado o la calefacción encendida, ese alcance se reduce a 89 millas.
Cargarlo puede ser tan rápido como tres horas si se usa un cargador rápido o puede tomar 8 horas si se utiliza un cargador regular. El beneficio ambiental de los autobuses eléctricos podría ser muchísimo mayor si los sistemas de recarga operan con paneles solares.
Además, una vez cargados, la electricidad en los autobuses eléctricos podría revenderse a las empresas eléctricas para suplir demandas de consumo en horas pico, ofreciendo a los distritos escolares una opción para generar ingresos y mitigar los costos de inversión por la adquisición de estos vehículos.
Fondos
La recién aprobada Ley Bipartidista de Infraestructura y Empleo aprobada por el gobierno autorizó un presupuesto de $5,000 millones que ayudará para la compra de autobuses eléctricos e instalación de la infraestructura de carga. Al momento, la EPA se encuentra trabajando en los detalles que guiarán la forma y manera en que se utilizarán y distribuirán esos fondos durante los próximos cinco años.
La columnista es de origen puertorriqueña. Actualmente es directora de Chispa Florida, una organización de justicia ambiental enfocada en ayudar a los hispanos y otras minorías en Florida. Puede escribirle a maria@fcvoters.org